Zugarramurdi, incluido en la
Ruta de la Brujería, es un pequeño pueblo de poco más de 200 habitantes enclavado en el Pirineo occidental navarro, rozando la frontera con Francia. Sus calles y caseríos blancos contrastan con la inagotable paleta de verdes que colorean su entorno. A las afueras de la localidad, a 400 metros, descubrirá este
conjunto natural de impresionante belleza. El arroyo Orabidea, que nace en el infierno según asegura su denominación en euskera
"Infernuko erreka", ha excavado un túnel natural de 120 metros de largo con alturas de hasta 12 metros y dos galerías elevadas.
La cueva no contiene estalactitas, ni pinturas rupestres, pero sí un atractivo singular gracias a su amplitud y a la leyenda que la envuelve. En ella resulta fácil imaginar los
akelarres, situar los relatos que hablan de brujería, de rituales paganos y de banquetes presididos por el diablo. Los nombres que recibe la gruta acentúan su relación con este mundo mágico. Así, se le conoce como
"Sorgin Leze" (cueva de las brujas) en el lado más abierto del túnel y como
"Akelarre Leze" (cueva del akelarre) en la parte más estrecha.
¿Mito o realidad? Lo cierto es que la historia unió el nombre de
Zugarramurdi a la brujería para siempre a causa del Auto de Fe de 1610. Las constantes acusaciones de elaboración de pócimas, hechizos y brujería promovieron que el Inquisidor Valle-Alvarado llevara 40 sospechosos a Logroño. El Tribunal de la Inquisición condenó a 11 personas a morir en la hoguera. 5 de ellas, ya fallecidas, fueron quemadas en efigie. Un panel a la entrada de la cueva recuerda los nombres de aquéllos vecinos.
Una celebración revive anualmente este pasado cada 18 de agosto, último día de las fiestas patronales, en que se celebra el
tradicional zikiro jate, una comida popular a la que asisten 800 personas y en la que se sirve cordero asado en estacas.
Además del camino que recorre la cueva de Zugarramurdi, se puede realizar un hermoso y cómodo paseo que une a esta cueva con las de
Urdazubi/Urdax y Sara. Se trata del
sendero de las cuevas (tramo del
sendero de la ruta de la pottoka azul), de 6,75 km. Está señalizado con un caballo pintado de azul, entraña poca dificultad y discurre tranquilo entre prados y bosques.